Quienes somos...
Iglesia Antigua Católica y Apostólica
- La Iglesia Antigua Católica y Apostólica, es una extensión de la Iglesia de Cristo, anunciadora del Misterio de la Fe: Cristo muerto y resucitado para salvación de la humanidad y el universo. Proclama y mantiene firmemente la doctrina y ministerio de la Iglesia Una, Santa, Católica, y Apostólica.
- Su carisma más relevante es el compromiso con la auténtica
catolicidad antigua. Por lo cual, todo lo que en ella tiene lugar, contenido y
formas, Palabra, Liturgia y Sacramentos, están en plena comunión con la Santa
Biblia, la Tradición, la Razón iluminada por la Fe y la Experiencia.
- Los cristianos reunidos en la Iglesia Antigua Católica y
Apostólica, defienden y practican la fe de la Iglesia Primitiva transmitida por
los apóstoles y testigos de la fe que permaneció expresada en creencias
ecuménicas, afirmaciones y decisiones generalmente aceptadas por todos los
cristianos en sus diversas tradiciones y patriarcados históricos, recogidos en
los Concilios Ecuménicos de la Iglesia indivisa del primer milenio. Esto
siempre estando sujetos al permanente estudio o reflexión de la Verdad, todo
ello referido a la apropiación y aprehensión de aquellas formas y contenidos
del cristianismo antiguo.
¿Católicos?
¡Sí! La catolicidad de nuestra Iglesia se expresa en aquellos elementos y procesos que son significados por el término conocido como "sucesión apostólica". Esto conlleva que todo lo que nuestra Iglesia hace, tiene y debe tener su origen, en el espacio y en el tiempo, en la misión y sucesión de Jesucristo y sus apóstoles, operada por el Espíritu.
En continuación a esta idea, el establecimiento episcopal-sinodal, así como la autocefalidad (autonomía) de la IACA, corresponden a su carácter católico original y tradición eclesiástica doméstica y a la comprobada sucesión apostólica según las líneas que se han dado históricamente.
Este principio episcopal-sinodal, que se evidencia en todos los niveles de funcionamiento, no está en discordancia con el sacerdocio universal de todos los creyentes, más bien lo enfatiza, por lo que cada miembro de la Iglesia tiene un lugar apropiado en la cooperación en la viña del Señor, alrededor de la mesa eucarística y en la participación sacramental viva.
Nuestra Misión
Predicar al Cristo resucitado, trabajar para la extensión del Reino de Dios con el cumplimiento de la Gran Comisión (cfr. Mt 28.19-20), que el Señor Jesucristo ordenó llevar a cabo a todos sus seguidores con una clara visión evangelizadora y misionera mundial.
Vivir en comunidad la Fe auténtica, mediante el culto divino y la celebración de los sacramentos, imprescindibles para la mutua edificación de los creyentes, sin exclusión de ninguna clase, como si se tratara de una gran familia estrechamente unida por los vínculos del Amor.
Nuestra Visión
Como católicos antiguos nuestra visión intenta alcanzar gozosamente los multivariados matices de la cristiandad, identificando en ellos sus elementos de concordancia.
Admiramos la belleza y armonía del cristianismo en sus manifestaciones históricas y en aquellas que, de igual manera hoy, fundamentan su vivencia en los rasgos identitarios y fidedignos de la catolicidad, reconociendo en cada una la unidad en Cristo, y la posible comunión de todos los creyentes en un mismo sentir y un mismo espíritu.
La IACA, en respuesta a su esencia totalmente católica, es decir, universal, está receptiva a establecer diálogo o intercomunión si fuere posible, con todas aquellas iglesias consideradas históricas, de contrastada catolicidad, por entenderlo importante en el fortalecimiento de su carácter cristológico y pneumatológico, escriturístico y patrístico, preservando al mismo tiempo su plena autonomía en todos los asuntos administrativos y legislativos, contemplados por las disposiciones de sus Estatutos.
Oración
Oh Cristo, amor mío, salvación de los que te invocan y gozosa luz sin ocaso; tú, que al descender de la gloria del Padre y habitar entre nosotros, no sólo conoces el sendero de los hombres, sus angustias, miedos, glorias y alegrías, sino que te hiciste camino, verdad y vida para todos los que en ti confían: Acompáñame en el itinerario de mi existencia, de manera que, ya sea en la bonanza o en la adversidad, pueda yo marchar triunfante, como tú me has dado ejemplo, oh vencedor de la muerte y dador de la Vida, resplandor e Imagen del Dios invisible; a quién contigo sea toda gloria, en la unidad del Espíritu, por los siglos de los siglos. Amén.